KOZO OKANO. ESA OTRA [Y EXTRAÑA] BELLEZA [OBRAS 1968-2002]

FAP CUENCA -

El Centro de Arte Contemporáneo de Cuenca acoge, desde el próximo viernes 14 de junio la exposición, KOZO OKANO. ESA OTRA [Y EXTRAÑA] BELLEZA もうひとつの美 [OBRAS 1968-2002] , muestra comisariada por Alfonso de la Torre y Keiko Mataki

En palabras de Alfonso de la Torre;

En aquel temprano tiempo de la llegada de Kozo Okano (Kurashiki, Japón, 1940-Cuenca, 2003) a Cuenca, era 1969, su obra conservaba una cierta memoria figurativa pues componía delicados dibujos de buqués de flores con aire de prendida soledad en el espacio.  También componía bodegones, a veces verduras en flotación en el espacio o frutos seccionados mostrando su geometría natural, misteriosas formas estupefacientes donde uno podía leer ecos de Giorgio Morandi o Georgia O’Keeffe, o devolvernos hacia aquellos cenicientos bodegones de Niépce o Daguerre, pero que no supusieron jamás un abrupto decir con su inmediato mundo abstracto.

La obra de Okano parece esquivar el presente en tanto sugiere algo del funcionamiento del sueño, como si sus pinturas y dibujos se establecieran en una profundidad que termina disolviéndose en el fondo del papel y, así, quedaran suspendidos en lo invisible.   Vestigios de color en el aire, pareciendo emular algo de aquello de Bashō: “¿De qué árbol florecido / llega? no lo sé. / ¡mas es su perfume!”.  Tanta carencia como ser, en sus obras hay algo del orden de la ausencia que estructura la representación misma, una potencia de lo no-dicho en el decir, en su sustracción interior que organiza su régimen, su existencia, su clausura y delimitación.   Búsqueda de lo transitorio de la belleza, el viejo deseo del arte por fijar esa transitoriedad en un signo inmortal.   Pues, desde ese sentido poético invadido por una serenidad de solitaria transparencia, el espacio queda transformado al emerger sus imágenes y, por tanto, deviene un espacio trastornado, surgimiento de una conmoción que es desplazada también al contemplador que atiende las imágenes.  Como imágenes fulgurantes, en atenta escucha, el encuentro con sus obras deviene una verdadera experiencia perceptiva, como una vía constelativa de legibilidad de las imágenes:   juego del encuentro en el silencio, mas también preguntas en torno a la propia creación, la estructura, la posición de las formas en el mundo, el poético poder de la repetición y las variaciones, el encuentro de contrariedades, interrogantes en torno a lo temporal, la estructuración de las superficies visuales o la transformación incesante.    Rareza de la rosa del desierto, sus pinturas y dibujos son un lugar sustraído al mundo de lo visible, antes oculto mas evidente, inmutable tal vez, otrosí, carente de reposo como si ardiera un instante preservado. Un camino emprendido por Okano hacia sí mismo mediante el cual tentaba cerner cierta verdad del mundo y su extrañeza, una pintura poblada por anomalías que establecen su gloria al salir del mundo y, aunque su apariencia muda, ello no les impide sean capaces de contemplar también el espacio en torno.  Tal si algunas de sus formas no sólo atravesaran las apariencias, sino que quedasen arriesgadas a tenerse en el lugar, encontrándose en el punto del origen del aparecer, que es todo, sus formas comparecen entonces.

Entre el vacío y lo significado en su pintura, ¿no trataría toda la pintura de Okano sobre la pérdida y la redención?  Leyendo al poeta Joseph Brodsky, otro transterrado, piensa uno que Okano fue amante de esa idea del extraordinario aislamiento, pues adoraba su estadía en ese exilio conquense.  Podría haber suscrito, también, aquello de aquel: “I like the idea of isolation.  I like being in exile”.

KOZO OKANO. ESA OTRA [Y EXTRAÑA] BELLEZA もうひとつの美 [OBRAS 1968-2002], se inaugura el próximo viernes 14 de junio a las 19:00h en la Fundación Antonio Pérez de Cuenca y podrá visitarse hasta el 29 de septiembre de 2024.

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