La Fundación Antonio Pérez y la Diputación Provincial de Cuenca, colaboran en la muestra No Vodka on the moon del artista Ricky Dávila, en el Museum Jorge Rando de Málaga con el préstamo de la exposición que forma parte de los fondos de la FAP.
La muestra que se inaugura el miércoles 10 de abril a las 19:00h en el Museum Jorge Rando de Málaga podrá visitarse hasta el 11 de mayo de 2024
No Vodka on the moon nos invita a un viaje perdido en busca de una nueva vida, ausencias que se hacen presentes, sueños que se manifiestan y transforman en imágenes misteriosas, silenciosas y gélidas, que cuando nos miran traspasan nuestra epidermis para inyectarnos amor incondicional.
Este trabajo nos muestra los sufrimientos que afectan a los seres humanos en sus vidas cotidianas. Nos acerca a la Ucrania de enero de 2007, fecha en la que Nikolai abandona definitivamente el cruel orfanato de ese país para pasar a llamarse Nikolai Dávila Olano.
El autor presenta su trabajo con las siguientes palabras:
Durante el tenso mes de espera que llevó el proceso de adopción, mientras M. se fajaba a machetazos en la selva burocrática de oficinas y funcionarios locales con el coraje de la madre que ya era y el ímpetu de una heroína de Pasternack, yo me perdía con la cámara en largos paseos por barrios cuyo nombre nunca llegué a conocer.
Fotografiaba por vez primera la realidad sin las efusiones ni los alardes del fotoreportero que había sido. Callejeaba por la ciudad accionando el disparador con la discreción de un intruso. En los alrededores del orfanato fotografiaba un camino de tierra, iluminado malamente por una triste farola titilante; en el autobús que nos llevaba y traía diariamente al orfanato, disparaba a los ensimismados pasajeros perdidos en sus ensoñaciones; sobre el murete de un puente registraba un corazón blanco, un zarpazo sobre piedra prometiendo el amor eterno o encuadraba en el visor de mi cámara, al final de un día cualquiera, el Mar Negro (convertido hoy en un siniestro lienzo gris salpicado de acorazados rusos) escupiendo sus altas olas sobre la orilla de hormigón de la ciudad de Odessa, hoy sitiada Y así, disparo tras disparo (transformado de súbito mi aparato en una linterna mágica) proyectaba yo sobre el telón de acero y asfalto del paisaje que me rodeaba todas mis incertidumbres y todos mis anhelos: todos mis sueños, mis temores más íntimos y mis esperanzas.
En esa Ucrania de hace quince años, ajena por completo a esta guerra sin pies ni cabeza que asola hoy el país, recibimos un 24 de diciembre en nuestros brazos al pequeño Nikolai. Fue en esa fecha, inolvidable para nosotros, la del día de la Navidad, cuando nuestro hijo dio su adiós definitivo al orfanato n.3 de Odessa y empezó una nueva vida.
Pienso en estas fotografías extrañamente poéticas, extemporáneas y anacrónicas, obtenidas en un país masacrado de un día para otro, con sentimientos encontrados: una mezcla de ternura, conmoción y agradecimiento, y la sensación, un tanto culpable, de quien ha recibido mucho más de lo que da.
Ricky Dávila (2022)