La Fundación Antonio Pérez acoge, el próximo 24 de mayo, el I Encuentro GLÍA sobre Espacios para el Aprendizaje, dirigido al mundo educativo (docentes, maestros/as, directores/as de escuelas y personas interesadas en los espacios educativos de infantil, primaria y secundaria).
Un encuentro en el que se explorará cómo la adaptación de los espacios educativos puede marcar la diferencia en el aprendizaje y el desarrollo de los niños y jóvenes. Se analizarán además casos de éxito, se compartirán estrategias prácticas y se reflexionará sobre el papel del diseño en la educación del siglo XXI.

Una iniciativa de Ana Mombiedro, arquitecta y neuropsicóloga, especialista en neurociencia aplicada a espacios de aprendizaje, y Marta Blanco, arquitecta y comunicadora, que tiene como objetivo ofrecer una visión global de la importancia y relevancia del espacio para el aprendizaje. Y cómo, con ideas sencillas y un plan de acción, se pueden mejorar los espacios educativos.
El aula tradicional, con filas de pupitres enfrentados a una pizarra, ha sido el escenario del aprendizaje durante décadas. Sin embargo, “hoy sabemos que el entorno físico influye profundamente en el desarrollo cognitivo, emocional y social de los estudiantes”. La disposición del mobiliario, la iluminación, la acústica, los colores y la flexibilidad del espacio pueden potenciar —o limitar— la capacidad de aprender, concentrarse y colaborar.
Aplicando principios como la estimulación sensorial equilibrada, la incorporación de espacios dinámicos y la adaptación del aula a distintos estilos de aprendizaje, “podemos mejorar la atención, reducir el estrés y fomentar la interacción positiva entre estudiantes y docentes”.