De la misma forma que ocurre en Cuenca, en San Clemente Antonio Saura tiene un lugar especial dentro del museo con un espacio dedicado únicamente a él. Esto se debe a dos factores; la importancia de Saura como uno de los artistas plásticos más relevantes del siglo XX, y la gran amistad que une a los dos Antonios, Saura y Pérez amigos y confidentes durante tantos años.
Saura comienza su carrera como autodidacta, la mayor parte de su obra es figurativa y se caracteriza por el conflicto con la forma, creando un estilo muy propio a caballo entre la figuración y la abstracción.Su primera etapa coincidiendo con su permanencia en el Grupo el Paso, se caracteriza por una gama de blancos y negros introduciendo poco a poco el color. Su lenguaje se caracteriza por el rechazo a la visión tradicional, abriendo un nuevo camino para la expresión abstracta.
Aunque dentro de la abstracción, él siempre ha partido de un esquema de figuración para luego hacer un canto a la destrucción. Con una especial grafía caracterizada por esos rostros deformes y desgarrados, plagados de ojos que miran al exterior mostrando anhelo e inquietud.
Aunque es natural de Huesca siempre estuvo muy vinculado a la ciudad de Cuenca. Saura pasaba los veranos en la capital conquense desde el año 48.